Este americanismo del siglo XX nos lo explica muy bien Francisco Morales Padrón en su libro 'Andalucía y América':
A principios del siglo XX hubo importantes americanistas sevillanos como José María Asensio Toledo (1829-1905), Antonio María Fabié y Escudero (1834-1904), Ángel Altolaguirre y Duvale (1857-1939), Vicente Llorens Asensio (1869-1930), Antonio Jiménez Placer y Cabral (1869-1914), Francisco de las Barras de Aragón (1869-1955) o Cristóbal Bermúdez Plata (1880-1952). Pedro Torres Lanzas (1860-1935) era natural de Jaén pero fue el primer director que tuvo el Archivo de Indias y figuró en la Sevillana de Buenas Letras.
Tras el IV Centenario del Descubrimiento de América hubo una serie de diez Congresos americanistas que unieron la efeméride del descubrimiento de América con el del Pacífico. El último de éstos fue "el de Sevilla de 1913 para conmemorar el Centenario del hallazgo del Océano Pacífico. En éste ya Ramón Manjarrés protestó por el uso del concepto América Latina generalizado a partir de 1856".
"Como una especie de broche a tanta actividad americanista surgirá el protagonismo de Sevilla con la fundación en 1913 del Instituto de Estudios Americanistas en el seno del Archivo General de Indias llamado al año Centro Oficial de Estudios Americanistas y la Exposición Iberoamericana. Estamos rozando ya los preámbulos o bases del americanismo actual. La Segunda República Española creará el Centro de Estudios de Historia de América (1932) adscrito al Instituto Hispano-Cubano, fundación particular nacida en 1929 con objetivos netamente americanistas. La Guerra Civil de 1936 yuguló este quehacer. Una orden del general Queipo de Llano trasvasó los fondos del citado Centro a la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras y el Hispano-Cubano entró en franca hibernación por diversas razones, hasta la década de los 80. Cuarenta años antes, el nuevo régimen político creó la Escuela de Estudios Hispano-Americanos (1942), los Cursos de Verano de la Rábida (1943), y la Sección de Historia de América en la Facultad de Filosofía y Letras (1945), impulsando un americanismo fulgurante, que no debe desligarse de todo el quehacer anterior del cual aún se mantenían vivos Altolaguirre, Bermúdez Plata, de las Barra de Aragón, y de la Torre del Cerro. Eran ellos los estertores de una actividad americanista a la que siempre hemos de recordar y rendir el homenaje de nuestra gratitud y reconocimiento".
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