El profesor de la Universidad de Sevilla Don Ramón María Serrera publicó en El Correo de Andalucía el siguiente artículo:
"Los españoles, tras la empresa de la Conquista de los territorios del Nuevo Mundo, desde California a Tierra de Fuego, pronto ensayaron la implantación en Ultramar de un esquema de gobierno inspirado en el modelo metropolitano. Los nuevos territorios, conforme iban siendo “pacificados” -según el término usado en la época-, fueron incorporados oficialmente a la Corona de Castilla, siendo bautizados por sus conquistadores con nombres alusivos a su región o ciudad de origen: “Nueva Toledo”, “Nueva Galicia”, “Nueva Extremadura”, “Nueva Andalucía”, “Nueva España”, etc. Todo este conjunto, en el que se reproducía la variada toponimia peninsular, pronto comenzó a recibir la genérica denominación de Indias Occidentales o Indias Españolas, patrimonio exclusivo de los monarcas castellanos".
"Algún conquistador, como el granadino Gonzalo Jiménez de Quesada, hizo patria por partida doble a la hora de bautizar el actual territorio colombiano con el nombre de “Nueva Granada”, otorgándole a su capital el nombre de Santa Fe en recuerdo del campamento fundado por los Reyes Católicos en la Vega granadina".
"El nombre de Sevilla no podía ser una excepción. La capital hispalense fue desde 1503 hasta 1717 “Puerto y Puerta de las Indias” al establecerse en el Alcázar regio la Casa de la Contratación o Casa del Océano para regular todo lo concerniente al tráfico y la emigración al Nuevo Mundo. Toda la ciudad latía al ritmo de la llegada de la flota de Indias y de los tesoros americanos, con agentes de todas las casas comerciales europeas que negociaban a “pié de flota”. En Sevilla se estableció la más importante Casa de Moneda de España para acuñar la plata americana o –en el XVIII- la primera (en importancia y dimensiones) planta industrial de Europa: la Fábrica de Tabacos (actual Universidad)".
"De Sevilla pasaron a América devociones, como la Virgen de los Remedios (patrona del ayuntamiento de la ciudad de México), la Virgen de la Antigua (que dio nombre a la primera fundación urbana en la costa norte de la América Meridional) o la Virgen de los Buenos Aires o del Buen Aire (que dio nombre a la actual capital argentina). Y de Sevilla pasó a América también su toponimia. Hubo barrios de Triana en Lima (al otro lado del río Rimac, con sus rincones, callejas, farolas, etc.), en Portobelo (Panamá) o Aguascalientes (México) y hubo una ciudad con el nombre de Triana en Chile (Triana de Rancagua)". También aparece el nombre de Macarena, que al igual que su barrio homólogo sevillano pertenece a zonas rurales, especialmente de huertas, así como a zonas del extrarradio de ciudades o zonas sanitarias. También se utiliza este nombre para zonas que se refieren a nombres de grandes devociones religiosas.
"Y lo mismo pasó con el nombre de Sevilla. Como estudió en su día el recordado profesor Calderón Quijano, con este nombre hubo fundaciones en el oriente de la isla de Cuba y en la provincia de Camagüey, dos Sevillas en Filipinas, otra en la isla Trinidad, una Sevilla del Oro en Ecuador y otra con el mismo nombre en Yucatán, y varias Sevillas La Nueva (en Jamaica, Guatemala, México, Río de la Plata, etc.). Si es verdad que la huella de América se percibe en todos los rincones de nuestra ciudad, también lo es que Sevilla estuvo presente durante más de dos centurias en el acontecer histórico del Nuevo Mundo".
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